jueves, 23 de octubre de 2008

Violencia Escolar

Amenazas, agresiones, amedrentamiento han vuelto a despertar la inquietud de la opinión publica sobre el tema de la violencia en las aulas.
Se habla en los medios de comunicación de un "clima de inseguridad" en la escuela.
Quizás sea importante detenerse sobre el significado de esas agresiones, de ese miedo, sus limites, el contexto en que se dan. Quizás sea importante saber qué quiere decirnos esa violencia que nadie desea y que a nadie le sirve. De entre los lugares de convivencia social nuestras comunidades escolares siguen siendo uno de los más seguros, eso no quiere decir que la violencia sea un accidente aislado, como tampoco se puede hablar de un clima generalizado de miedo.
La verdad, como suele ocurrir, está entre los dos extremos. Los episodios de agresiones expresan un malestar en el corazón de la comunidad educativa que busca hablarnos de un modo directo y sin rodeo.
¿De dónde viene esa violencia?
Por más alto que sean sus muros, la violencia de nuestras calles, de nuestras casas, de nuestros diarios y televisores, termina por traspasar los patios y las salas de clases de nuestros colegios. Esta agresividad latente no es ni nueva, ni aislada, sino que es parte de la estructura de nuestra convivencia social.
Por décadas ha afectado a sistemas educacionales tan antiguos y complejos como los de Francia y Estados Unidos.
Las experiencias de esos países y la nuestra, nos enseña que el miedo no nace en el aula, sino que entra en ella. No detectarlo a tiempo, no construir desde las comunidades educativas respuestas convincentes para todos los miembros de ella, es dejarle al miedo un espacio que no dudará en tomarse.
Para comprender la amplitud del fenómeno y no dar aisladas respuestas que terminan por contradecirse, hay que entender que en cada una de las escuelas conviven profesores, alumnos, padres y apoderados
La escuela es lugar de comunicación de experiencias donde la sociedad puede verse a sí misma, como el individuo puede en su subconsciente comprender lo que su conciencia apenas puede formular.
Por ello, la primera respuesta al miedo en el aula es que los miembros de la comunidad escolar, se unan, discutan, evalúen, y busquen en conjunto vías de solución. Se trata de abrir la escuela a todos quienes actúan en ella.
Conscientes de que la violencia escolar es un problema que debemos ser capaces de abordar a tiempo, el Ministerio de Educación de Chile está trabajando con tres instituciones, de distintos ámbitos de acción y de reconocida trayectoria: PIIE(Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación), Prodeni (Corporación Chilena Pro-Derechos de Niños y Jóvenes) y Paz Ciudadana, para elaborar planes y programas de acción.
En conjunto con estas tres instituciones se implementa un proyecto piloto que termina su primer etapa a fines de este año. El trabajo ya emprendido en esta ruta ha ayudado a orientarse y concentrarse como Ministerio en cuatro líneas de acción que se creen esenciales a la hora de analizar el fenómeno y buscar efectivas vías de acción:
1.- La familia está primero. La principal respuesta a la violencia escolar esta en los padres. Es evidente que los adultos no estamos enseñando a nuestros niños y jóvenes a resolver sus conflictos pacíficamente. La violencia que entra en las salas de clases generalmente tiene sus raíces en las casas. Es cosa de ver algunas reveladores aunque escalofriantes cifras:
• Uno de cada cuatro hogares sufre de la violencia intrafamiliar.
• Casi un 70% de los niños reconocen haber sido objeto de maltrato por parte de sus padres o familiares más cercanos. Por ello uno de los objetivos sería crear una nueva relación más cercana entre el entorno escolar con esas familias.
Esta nueva relación entre padres y establecimiento es uno de los ejes del nuevo curriculum.
2- Se trabaja en un nuevo curriculum que integra al alumno y se adapta al mundo en que vive. El qué aprenden y el cómo aprenden nuestros niños tiene efecto sobre el conocimiento y los valores, base de la convivencia. Al sentir los alumnos que lo que aprende les es útil en su vida diaria, al poder ellos mismos tomar las riendas de su aprendizaje y no ser sujetos pasivos de largas lecciones que consideran inútiles, mucho de los motivos de resistencia contra la autoridad escolar disminuirán. Una educación pertinente a los desafíos de hoy con profesores formados para estos desafíos le devuelve a la escuela su rol formador. En ese nuevo currículum son los propios alumnos los que adquieren conciencia de la importancia del aprendizaje.
3. - Se promueve la apertura de más espacios de expresión de la cultura juvenil y ocupación del tiempo libre. Los colegios abiertos, en horario extraescolar a numerosas actividades culturales, deportivas, de servicio a la comunidad, se convierten en punto de encuentro entre adultos y jóvenes y en alternativas a las calles y sus tentaciones. La comunidad escolar toma conciencia de su rol y es capaz de dar soluciones a sus problemas.
4.- Se privilegia la mediación escolar como forma de resolver los conflictos. Para ellos deben desarrollarse programas en especial orientados a la comunidad escolar que contribuyan a apoyar a los profesores,padres y alumnos a fortalecer la convivencia interna y la formación en resolución pacífica de los conflictos.
La apuesta final es plantear nuevos contenidos y objetivos de aprendizaje y nuevas maneras de enseñar, en resumen un cambio esencial en la cultura escolar en que la violencia no tiene cabida.
En esa nueva cultura el profesor será crecientemente un guía de sus alumnos. Ahí la dimensión afectiva jugará un papel fundamental para la formación de personas libres, responsables, creativas y capaces de convivir. Porque al final, vivir es convivir y aprender a mejorar esa convivencia.
Hoy en Chile se tiene la oportunidad única de hacer cambios esenciales en la escuela, para convertir la energía agresiva en energía creativa. Todos los profesores del país han visto como ese milagro, muchas veces en paupérrimas condiciones, es hoy posible; nuestra tarea como Docentes es hacer de ese milagro una experiencia cotidiana.

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