jueves, 30 de octubre de 2008

violencia escolar


ahora la modalidad es firmarse i sacarse fotos, luego es subida a internet!

fotos de violencia escolar

jueves, 23 de octubre de 2008

violencia en las aulas

De un tiempo a esta parte, hemos ido viendo en los medios de comunicación informaciones sobre el 'Bulling' o violencia en las aulas, como un hecho novedoso o quizás más presente, pero ¿sabemos lo que es? ¿Qué podemos hacer ante él si nuestros hijos lo sufren?

Aunque por el nombre parece algo nuevo, el Bulling es un hecho que viene de lejos. Frases como “si te pegan dale tú más fuerte”, “no seas un cobarde”, “tienes que aprender a valerte por ti solo”… muestran como la conflictividad entre adolescentes o niños más pequeños, está fuertemente enraizado en la cultura humana. Este tipo de violencia la encontramos en plena sociedad y también la ven nuestros hijos. Pensemos en las relaciones que se llevan a cabo en el trabajo, en las relaciones sociales de vecindad (juntas de vecinos…), en cómo nos transformamos al volante..., en todo esto los niños observan cómo el maltrato o la violencia pueden convertirse en buenos instrumentos para conseguir determinados objetivos.

Como primera idea fundamental, todos debemos tener la convicción de que el maltrato, sea en la forma que sea, es intolerable. El mensaje que transmitimos a nuestros hijos y adolescentes respecto al ejercicio de la solidaridad con el otro, de la preocupación de unos a otros, es la base de la educación para la vida y la convivencia.

Pero, ¿qué es el Bulling? Intimidación y maltrato entre escolares, de forma repetida y mantenida, casi siempre, lejos de los ojos de los adultos, con la intención de humillar y de someter abusivamente a una victima indefensa, por parte de uno o varios agresores a través de agresiones físicas, verbales y/o sociales, con resultados de victimización psicológica y rechazo grupal. Esta es la definición que los pedagogos y psicólogos hacen del Bulling, pero las formas en las que este puede presentarse son de varios tipos:


* Intimidaciones verbales (insultos, motes, hablar mal de alguien, sembrar rumores…).
* Intimidaciones psicológicas (amenazas para provocar miedo, para lograr algún objeto o dinero, o simplemente obligar a la víctima a hacer cosas).
* Agresiones físicas: Tanto directas (peleas, palizas o simplemente “collejas”) como indirectas (destrozo de materiales personales, pequeños hurtos…).
* Aislamiento social, bien impidiendo al joven participar, ignorando su presencia y no contando con él en las actuaciones normales entre amigos y compañeros de clase.
* También está el acoso de tipo racista, cuyo objetivo son las minorías étnicas o culturales.
* Acoso sexual que hace que la víctima se sienta incómoda y humillada.
* Y actualmente se da el acoso anónimo mediante el móvil o el mail con amenazas o palabras ofensivas.


Otra idea que debemos tener muy clara los padres es que, para que halla Bulling, debe haber reiteración. La víctima sufre repetidas veces violencia por parte del mismo agresor, lo que daña su autoestima y su identidad personal. Y lo más grave es que los agresores y las víctimas están condenados a convivir. Este hecho de no poder escapar del agresor, provoca en la víctima gran ansiedad y estrés, un miedo continuo, que les lleva incluso a desarrollar también respuestas agresivas y, en casos extremos, pensar en el suicidio. Es la misma reacción que observamos en un trabajador lo abandona todo por el abuso al que es sometido por su jefe (mobbing), o en la mujer que huye de su pareja cuando es maltratada (violencia doméstica).

¿Cómo es el agresor? ¿Qué tipo de niño o adolescente puede cometer estos actos de crueldad con sus semejantes? Una característica compartida por los agresores es la falta de empatía, es decir, la incapacidad de ponerse en el lugar del otro. No piensan que sus actos repercuten en otra persona que los siente y padece como un tormento, incluso puede llegar a pensar que la víctima se lo merece. A pesar de la impopularidad del agresor entre los compañeros, consigue el reconocimiento de estos demostrando que es fuerte al producir miedo y prepotencia. El Bulling en muchos casos puede convertirse en la antesala de la conducta delictiva posterior, según muchos estudios han llegado a reconocer. Los agresores suelen ser también personas con una muy baja autoestima y que descargan su frustración con los más débiles, o al menos a los que ellos perciben como más débiles.

La víctima puede ser cualquiera: el gordito, el que lleva gafas, el empollón, el que se incorpora tarde… Pero sí suele coincidir que son niños con una falta de asertividad (una parte de las habilidades sociales, aquella que reúne las conductas y pensamientos que nos permiten defender los derechos de cada uno sin agredir ni ser agredido) y de competencia social. La víctima así considerada, sufrirá debido al Bulling una falta de autoestima social, altas dosis de fracaso escolar, una ansiedad anticipatoria ya que cuando sale del colegio no termina el problema, sino que ya comienza a anticipar lo que se será el infierno de mañana, mostrando por tanto un rechazo al entorno escolar que se traduce en estrés. El niño tenderá a sentirse indefenso, tendrá una creciente fobia a la escolarización, tendencia a la depresión e impulsos suicidas. En algunos casos se ha llegado a culpabilizar de la situación que está viviendo, ya que cada acto de humillación mina su autoestima un poco más.

Pero no solo son víctimas los niños que sufren de Bulling, los espectadores de los casos de maltrato en la escuela miran hacia otro lado, lo que hace que lleguen a creerse que el fuerte tiene poder, y que es justo que así sea o que se meten con ese niño porque es un “pringao” y se refuerzan posturas egoístas (“mientras no me toque a mí”). Puede llevar a los niños a no valorar la violencia que ocurre a su alrededor, llegando a una cierta insensibilización.

Pero, ¿qué podemos hacer si nuestro hijo o hija está siendo víctima del Bulling? Escuchar a nuestro hijo sin menospreciarlo ni comentando que “eso es cosa de chicos”, ya que la violencia no es algo natural. Deberemos indagar discretamente si realmente ha ocurrido eso que nos cuenta. En caso afirmativo, y sin más demora, debemos contactar con el colegio, solicitando la intervención y cooperación del profesorado, fijando una estrategia de intervención para detener el daño que se está produciendo, y para tratar a medio y largo plazo las relaciones entre los involucrados.

Otras acciones muy convenientes para evitar, sabiendo que cualquiera puede ser víctima del Bulling, que nuestros hijos se conviertan en víctimas son el potenciar su autoestima y confianza en sí mismos. Es muy conveniente el potenciar en ellos la amistad ya que la falta de amigos incrementa el riesgo de convertirse en víctima y hace que disminuya más su impopularidad y su aislamiento. A nuestros hijos hay que ayudarles para que sean amigos de todos y muestren especial simpatía hacia los que se encuentran más solos. Podemos aprovechar los últimos casos de Bulling difundidos por la TV para hablar con nuestros hijos. Puede ser que halla sido espectador de alguna situación de abuso y es bueno el hablar con él para saber qué piensa, qué soluciones podrían dar, para orientarle y ayudarle a formar su conciencia. Como siempre, una buena comunicación entre los padres y los hijos puede ayudarnos a prevenir y, en caso de sufrirla o bien ser espectador de esa violencia, podremos adelantarnos a buscar una solución o bien a minimizar y formar adecuadamente.

El rap de la violencia en las aulas

http://www.youtube.com/watch?v=pH8VmIonaeM

La agresión en las aulas, podrá ser controlada, por el liderazgo docente

¿Que es el liderazgo docente?
La sociedad actual, obliga, en muchos casos, a que los vínculos familiares se deterioren por diversas causas, por ejemplo: los padres deben trabajar todo el día, permaneciendo los niños solos la gran parte del mismo; los problemas económicos hacen que la relación familiar se rompa, de diferentes maneras, pudiendo ser éstas drásticas o acordadamente. Por supuesto, en el primero de los casos, el sufrimiento infantil es mayor, que en el primero.
Todo ser humano conforma una personalidad, la que tiene un componente genético (75% heredado), prácticamente no modificable, y un segundo componente, el carácter, formado por todo el bagaje de conocimientos aprendidos, desde el primer día de vida, hasta la fecha, susceptible de modificaciones.
Lo que un docente observa o conoce siempre de un alumno, es su carácter (que es la interface de relación interpersonal que tiene todo ser humano). Esta pantalla, puede ser fingida cuando uno lo desea, es decir, que el docente puede estar conocimiento el carácter figurado de un alumno, y éste tener otro diferente.
Sea como sea, el carácter, no es en sí la base de la agresividad, y esto lo podemos pensar desde varios puntos:
Si recordamos el famoso dentista de Mar del plata, que mató a toda su familia, para el vecindario, era la persona más amable y tranquila que había. El niño de Carmen de Patagones, para los docentes, parecía tranquilo, aplacado.
En ambos casos, los caracteres observados, no dieron indicios, ni permitieron inferir, situaciones de vida o muerte, como las que luego ocurrieron.
Como podemos ver y pensar, en muchísimos casos, el único referente ó modelo válido, para los alumnos, es el docente. Por lo tanto, el liderazgo docente será necesario para evitar situaciones conflictivas, como así también mejorar la relación docente-alumno.

¿Entonces cual es la base de la agresión?
Hay algo que el docente nunca puede observar, ni percibir directamente: el temperamento, que solo aflora en situaciones límites, por eso, el docente jamás podrá observarlo, salvo cuando en el aula, se de alguna situación límite (con el agravante, que nunca se sabe, que alumno está al borde de esta situación).

¿Entonces como poder prevenir este tipo de circunstancias?
La respuesta es, adelantándonos para que nunca en el aula, halla un clima hostil, para nadie.
Podemos pensar que esto es imposible de lograrlo, pero no es así. El docente se puede prepararse para esto. Se deben cumplir algunos pasos previos, como por ejemplo:

a. Conocer lo básico sobre la conformación de la personalidad
b. Conocer indicadores de estados emocionales
c. Conocer herramientas, que permitan comprender la carga emocional, de las conductas de los alumnos
d. Aprender herramientas, para generar una relación interpersonal, empática y fructífera, basada en la comprensión.

a. Conocer lo básico sobre la conformación de la personalidad

Analizando la personalidad del alumno¿Qué es la personalidad?. Una de las tantas definiciones dice:

“La síntesis de las actividades internas (todas las realizadas por la mente humana) y de su experiencia exterior (experiencia y conocimientos que permiten la adaptación del ser humano al medio donde se desenvuelve)”

Como se dijo anteriormente, el temperamento (genético), es un componente al cual aportaron información los padres, y a través de éstos (por intermedio del ADN) los abuelos, etc.
Por supuesto, que el temperamento de una persona, también tiene un pequeño componente propio del nuevo ser (que todavía no se sabe ni como, ni cuanto es el aporte), pero lo importante es que, la influencia genética, hace que debería ser parecido a sus padres, o a uno de sus padres.
Esto nos permite, inferir, que si tal alumno es agresivo (referido a la actitud, es decir, si es de reaccionar enseguida), alguien de la familia, lo es en cierta manera.
Con respecto a sus conductas, son estas la que demuestran el aprendizaje de malos hábitos, lo que nos permite suponer, cuales pueden ser los modelos, tal ves familiares (que siempre son los que mayor influencia producen, y a los cuales uno puede relacionar las conductas del alumno), ó tal ves de amistades (estos dejan ver copias de conductas de masas, referido a modas o códigos de comunicación). En el primer caso, de modelos familiares de presencia en el hogar, el niño generalmente se identifica con el más predominante de los dos (padre ó madre), pero comienza a generar una identidad.
En el caso de modelos familiares ausentes en el hogar, los niños no puede formar su identidad, y comienzan a copiar a otros modelos, los cuales asociarán a sus emociones (es decir, que si sienten bronca hacia sus padres, por no estar con ellos el tiempo suficiente, copiarán, o se asociarán, a aquel modelo que demuestre agresividad hacia su familia, esto quiere decir, que los niños buscan que otros expresen su odio o bronca, para justificar que ésto es lícito, si otros lo hacen).
Por supuesto, que la dirección a tomar para copiar modelos familiares, ó no familiares, depende de la inmunidad psicológica de los niños, a las conductas vistas, y esto es regulado por el tipo de temperamento (es decir si el temperamento es agresivo, buscará descargar bronca. Por el contrario, si es sumiso, buscará su carencia, ó acercarse a donde pueda obtener aquello, que en su familia no le dieron)
Entre el primer caso –presencia de malos modelos familiares- y el segundo –ausencia de modelos familiares, el docente debe esforzarse por tratar de observar, la conducta del alumno, en lo referente a determinar si tiene una personalidad definida (esto se ve en cosas muy sencillas como, en el amor propio del alumno, y en actitudes de autosuficiencia, ó auto estima elevada). Si el alumno posee estas características, hubo una gran influencia familiar, de lo contrario, primo la copia de modelos allegados, que harán que el alumno demuestre, falta de personalidad o identidad (esto manifestado, en introversión, en opiniones emitidas, en una segunda línea; en apoyarse en conductas grupales, es decir, en todas aquellas actitudes que le permitan tomar coraje, del comportamiento ajeno, ya que no le alcanza el propio).
Debemos también recordar, que el temperamento es uno de los principales reguladores del estrés humano, ya que nos permite soportar mejor ó peor, las situaciones límites (es decir, que regula la capacidad que tienen las personas de soportar presiones. y obrar en consecuencia).

Violencia en las aulas y falta de límites: El gran desafío de la educación argentina


En toda forma de violencia se esconde algún tipo de dilema en el orden de la ley. Un alumno de séptimo grado le pegó un golpe en la cara a su docente en la ciudad rionegrina de Villa Regina. En tanto, el gobernador mendocino, Celso Jaque, argumentó que la medida de no desaprobar alumnos durante el primer trimestre del año escolar busca que los chicos no abandonen sus estudios. La educación en crisis.

En este contexto, la educación argentina tiene hoy un gran desafío: volver a legitimar la escuela y entenderla como un ámbito en el que los niños y los jóvenes no sólo tengan que respetar la ley, sino que tengan derecho a formarse en ella.

La violencia aparece día a día en distintos colegios de todo el país. Es el caso de un alumno de séptimo grado le pegó un golpe en la cara a su docente en la ciudad rionegrina de Villa Regina. "Vos me querés pegar, hacelo", le habría dicho la mujer al chico.

La docente, como consecuencia de la agresión, hizo la denuncia policial y tuvo que ser atendida en un hospital, donde se constató que había sufrido una "lesión traumática" en el labio superior, que presentaba presión alta y un pico nervioso, por lo que le dieron reposo durante tres días.

El incidente -que se conoció hoy- se produjo ayer, minutos antes del mediodía, en la escuela primaria 279 República de Venezuela, que se encuentra en el barrio Islas Malvinas de la ciudad de Villa Regina, a unos 75 kilómetros de esta ciudad.

La docente relató que la agresión llegó inmediatamente después de que ella le dijera al chico: "Vos me querés pegar, hacelo", como corolario de casi dos horas de discusiones e incidentes con el menor.

A su vez, de acuerdo a lo señalado en la edición de hoy del diario Río Negro, directivos del establecimiento indicaron que el episodio causó sorpresa, ya que no se habían registrado hechos de violencia dentro del establecimiento.

Desde la escuela también dijeron que, en función de lo ocurrido, notificaron a las autoridades de la cartera de Educación de la provincia.

La docente agredida, identificada como Valeria Scholze, de 28 años, fue atendida en el Hospital de Regina, donde se constató que presentaba un corte en el labio superior, un cuadro de presión alta y un "pico nervioso", de acuerdo con lo señalado.

Al mismo tiempo, avanza en Mendoza el proyecto que aconseja no poner menos de 4 a los chicos. Es, en síntesis, flexibilizar aún más los límites, tan en crisis por éstos días.

El gobernador mendocino, Celso Jaque, argumentó que la medida de no desaprobar alumnos durante el primer trimestre del año escolar busca que los chicos no abandonen sus estudios.

"En muchos casos, frente al primer fracaso que implica tener notas en las que se sienten aplazados con 1 ó 3, el chico inmediatamente deja la escuela, porque siente como que ese fracaso no lo puede soportar", declaró Jaque, según publicó el sitio MDZ Online.

Y agregó: "Hoy un chico para que pueda aprobar una materia necesita tener un 7. Lo que se busca es darle un incentivo al alumno, que si se le coloca un 4 pueda revertir su situación. Si se tiene un 4 no es la misma sensación que tener un 1 ó un 3". A esto se sumará el trabajo por parte de los docentes, para que el alumno alcance el rendimiento deseado.

Por su parte, Jorge Rivas, subsecretario de Educación de la provincia, aclaró en Radio 10 que esta iniciativa fue presentada por dos supervisiones de las 16 que forman Mendoza. "Optaron por esto hace cuatro años, pero este año nos pareció interesante estudiarlo", declaró Rivas, y agregó que aún no está definida su implementación.

Además, dijo que el término "aplazar" dejó de utilizarse en la provincia, y se dio paso a los conceptos aprobar-desaprobar.

En tanto, con respecto a la medida en sí, el funcionario explicó en el medio mendocino que "el sistema de calificación iría de 4 a 10. Si un alumno obtiene una nota menor a 4, prácticamente está desaprobado totalmente a los tres meses de comenzadas las clases. Lo que se busca es que el chico termine de otra manera el primer cuatrimestre, con la posibilidad de demostrar su esfuerzo en la segunda parte del ciclo lectivo y poder salvar el año, de lo contrario no levantaría la nota".

Crece la espiral de violencia en las aulas

La escuela no podía escaparle a la impronta de la época: la problemática de la violencia y la intolerancia en las aulas es un fenómeno creciente que no distingue latitudes ni sectores sociales. Las transgresiones de los alumnos están cada vez más lejos de ser sólo esas conductas que, tradicionalmente, se sancionaban en el ámbito educativo.

Ahora, los chicos y adolescentes se enfrentan a menudo, en forma directa, con la ley. Y con la ley penal.

El licenciado Fernando Osorio, especialista en violencia escolar, afirma que son la familia y las instituciones, en una sociedad civilizada, las encargadas de moderar los impulsos y la tendencia a la agresividad que son parte de la condición humana.

"Pero nuestras instituciones están endebles y carcomidas por la burocracia y la corrupción -dice- y en las familias los padres no siempre alcanzan a brindar a sus hijos las herramientas básicas para la subsistencia, no sólo en el nivel económico, sino también en la regulación de los impulsos negativos. Los chicos llegan al aula con un déficit de padres. Tienen padres que no les ponen límites por temor a parecer autoritarios, o porque están híper ocupados o completamente desocupados y no son capaces de transmitirles cuándo es preciso reflexionar y detenerse."

El doctor Héctor Basile, ex presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría Infanto-Juvenil y del Capítulo de Psiquiatría Infanto-Juvenil de la Asociación de Psiquiatras de la Argentina (APSA), explica que en nuestro país existen unos 400.000 adolescentes con "trastorno negativista desafiante", una entidad definida por el DSM-IV (algo así como la "biblia" de la psiquiatría de los EE.UU.).

Este trastorno, que se asocia a menudo con el consumo de sustancias, se caracteriza "por conductas negativas, hostiles, desafiantes, provocadoras, fuera de los límites del comportamiento de los chicos de su misma edad y contexto sociocultural -afirma el doctor Basile-. Estos chicos tienden a oponerse activamente a las reglas de los adultos y a molestar a otros. Sus desafíos suelen dar lugar a provocaciones porque generan enfrentamientos. Pueden ser groseros, resistirse a la autoridad, resultar fácilmente irritables, de baja tolerancia a la frustración".

A medida que pasan los años, advierte el psiquiatra, esta clase de comportamiento puede convertirse en un trastorno disocial, "que ocurre cuando la agresividad va más allá del desafío o la desobediencia y evoluciona hacia la agresividad física y los actos que violan la ley penal".
Violencia y prepotencia

Fernando Osorio, que a partir del 6 de septiembre dictará el seminario "Violencia escolar", auspiciado por la Unesco, en Centro Dos, una reconocida institución psicoanalítica de Buenos Aires (informes: www.centrodos.com.ar), coincide con la idea de que un creciente número de adolescentes desafía y cuestiona a los adultos y afirma que esta característica es generadora de violencia dentro y fuera del aula.

Sin embargo, para el psicólogo -que es asesor de escuelas públicas y privadas tanto laicas como confesionales y actualmente prepara su doctorado en psicología de la UBA sobre violencia escolar- esta actitud desafiante es más frecuente en determinados adolescentes.

"Es que la ironía y la capacidad de respuesta de este tipo implican un recurso simbólico que es bagaje de sectores de alto nivel económico social; en los sectores más bajos la crisis es muy grande, los chicos no han comido lo suficiente, su cerebro creció menos y no son capaces de manejarse en un nivel simbólico tan complejo. En las escuelas de menores recursos económicos hay violencia verbal.

"En las de más recursos hay prepotencia verbal: expresan su violencia así porque el acceso al consumo y la disponibilidad económica les hace creer que tienen mayor impunidad. Pero en todos los niveles sociales pasa lo mismo: hay van a la escuela con navajas, con objetos contundentes, se juntan en la esquina a tomar alcohol, consumen y venden drogas. Ocurre tanto en las escuelas de Fuerte Apache como en las de San Isidro."

Basile, sumamente preocupado porque en tanto la salud mental de chicos y jóvenes empeora en nuestro país el Ministerio de Salud dejó de considerar a la psiquiatría infanto-juvenil "como una especialidad médica" y los nuevos especialistas no pueden insertarse en el nivel público u obras sociales y prepagas, afirma que "en el Hospital Neuropsiquiátrico Infanto-Juvenil Tobar García, del cual soy miembro fundador, las patologías sociales superaron largamente a las patologías psiquiátricas, y cada vez son más los casos de internación por orden judicial de menores que han cometido delitos. Algunos quieren bajar la edad de imputabilidad, pero hay que resolver muchas cosas en una sociedad antes de considerar «delincuente» a un chico de 14 o 15 años..."

Para el psiquiatra, uno de los grandes peligros que entraña una decisión semejante es que "los delincuentes adultos, que a menudo utilizan a los chicos, los busquen cada vez más pequeños para que sean inimputables".

El licenciado Osorio puntualiza que "los niveles de transgresión, violencia y drogadicción son más altos en las escuelas donde concurren alumnos de alto poder adquisitivo que en las marginales" y añade que en su experiencia de una década como psicólogo de una de las principales empresas de medicina prepaga del país -cuya cuota mensual más económica para un grupo familiar mensual es de $ 500- "aumentó un 60% la atención de adolescentes derivados por el juez por consumo o tenencia de drogas, que como tienen una familia «continente» en lugar de ser derivados a un instituto de menores se les indica hacer tratamiento psicológico".

Basile agrega que una forma de violencia actual en las aulas viene de la mano de la discriminación. "Según el Instituto Nacional contra la Discriminación, las denuncias en ámbitos educativos alcanzan al 15% y se concentran contra los alumnos hijos de inmigrantes de América latina y los chicos más pobres. Así, la escuela, que históricamente fue una institución de inclusión social, hoy excluye".

Osorio también critica la falta de actualización no sólo de los contenidos docentes sino de la actitud de muchos maestros y profesores, que califica de "moralista y retrógrada", porque "tienen puesta la mirada todavía en el mito del saber, en las verdades absolutas, y eso no va solamente en contra de la posibilidad de que un chico aprenda, sino también de que genere un vínculo con el docente".

El licenciado Osorio puntualiza que la educación, como valor social, está cada vez más desvirtuada. "Ya no es pasaporte a la seguridad o al trabajo, y es muy difícil justificar las horas que pasan en la escuela. Padres y maestros suelen quedarse sin fundamentaciones viables. Es que desde la mirada de los adolescentes existe un profundo descrédito en la palabra del adulto."